martes, 10 de septiembre de 2013

Almost capitulo cinco

No le dejo acabar.
—Sólo dilo; estabas tratando de hacerme fracasar en la entrevista. No soy idiota. Ahuyentándome es la única manera en la que puedes conseguir este trabajo, y creo que lo sabes. —Paseo hasta el sofá morado, coloco el bolso sobre la mesa de café de cristal ovalada y tomo asiento como si fuera dueña del lugar—Decente, pero fallido intento. No vas a obtener una segunda oportunidad.
—Tú fuiste la que hizo el truco de aparcar y esconderse, no yo—dice, con todos los indicios de su anterior tartamudeo, ahora borrados—En caso de que no te dieras cuenta, el lugar donde elegiste aparcar está oculto por contenedores de basura. Sincérate en eso, porque parecía que estabas jugando tu propio juego ahí.
Estoy empezando a sospechar que este chico es tan bueno escondiendo sus verdaderos sentimientos como lo soy yo. Sé que lo tenía sudando apenas unos segundos antes, pero ahora lo ha vuelto contra mí. No voy a admitir que llego temprano a todo para que pueda tomar una siesta primero, por lo que digo una verdad a medias.
—Aparco en la sombra para pasar el rato. Detrás de los contenedores de basura es el único lugar con sombra en todo el aparcamiento. Por lo que sé, aparcar en la sombra no es un juego, o un crimen. Pero acechar y atacar a personas inocentes son delitos graves.
— ¡Dios! Me di cuenta de tu coche, y me di cuenta de ti en él…roncando. También me di cuenta de que no te ibas a despertar. Tienes suerte de que me tomé la molestia de darte una pequeña asistencia. Me debes una. Podrías haberte perdido la entrevista entera.
Me cambio a modo pelea-completa.
—Oh, te debo una, ¿verdad? Para tu información. No estaba dormida, tu imbécil. Estaba descansando. Escuchando mi iPod. Gracias a ti, tengo moratones en mis rodillas y un bulto del tamaño de Texas en mi frente. Si estás buscando algún tipo de retribución por lo que hiciste… bueno, has causado más daño que una manada de búfalos. ¡Me debes una… como cirugía plástica o algo así!—Señalé el bulto.
—Lo siento, ¿bien? No pretendía asustarte. —Acecha hacia mí tan rápido que no tengo tiempo de seguir o leer su expresión… como si pudiera.
Se agacha abajo y mueve mi flequillo a un lado para examinar el bulto. Estoy mirando la forma en que sus pantalones de entrevista beige se han apretado sobre sus muslos… la forma en que su camiseta se extiende sobre sus bíceps. Entonces, dejo de respirar por completo.
Cuando miro arriba, sólo leo preocupación sincera y disculpa en su expresión. Sin estar segura de que hacer con un chico así de cerca de mí, decido seguir aguantando la respiración hasta que cuente las motas de oro en cada uno de sus iris… cinco por dos son diez en total. Poco a poco, corro el riesgo de una respiración lenta por la nariz. Y luego otra.
—Está bastante mal…necesita hielo— dice, sacudiéndome de vuelta al planeta pasando su pulgar suavemente sobre el bulto. Jadeo, tratando de ocultar la piel de gallina que está subiendo por la parte trasera de mi cuello—Lo siento. ¿Es realmente doloroso?
—Sí… no. No lo sé. Un poco. —Parpadeo, molesta por mi elección épica de palabras monosilábicas.
—Veo un montón de golpes en la cabeza con los chicos que entreno en la pista. Este se ve bien, pero si te sientes con nauseas es posible que tengas que ir a urgencias.
—Ni una oportunidad…pero una vez más… buen intento en deshacerte de mí.
Él sonríe mientras sus ojos escudriñan toda mi cara.
—Eres graciosa. ¿Alguien alguna vez te ha dicho eso?
Siento un extraño aleteo en la base de mi garganta y muy dentro en mi pecho.
Dios. Esto tiene que ser más mariposas. Mariposas terribles. Mi pecho se aprieta, retorciéndose como si fuera a explosionar. Trabajo para tragar. De repente estoy asustada de que insectos con alas de arcoíris estén a punto de salir de mi boca y le golpeen en la nariz.
—No pretendía asustarte en el aparcamiento. Lo juro. —Continúa, ajeno al hecho de que estoy perdiendo la cabeza. Sus ojos perforan más profundamente en los míos—Lo siento. De verdad, lo siento. He metido la pata. _____… te juro que pensé que necesitabas que te despertara.
Creo que de alguna manera amo y odio la forma en la que Justin acaba de decir mi nombre. Como si me conociera. Como si fuéramos amigos cuando somos todo lo contrario.
Trago saliva y miro a su barbilla chuleta porque estoy aterrada de mirar a otro sitio. Mi terapeuta me dijo que si alguna vez me sorprendía por alguien–un chico, acercándose a mí, tocándome– que cualquier cosa podría suceder.
Cualquier cosa como: yo… volviéndome loca.
Pero no lo hice. ¡Y no lo voy a hacer!
Por extraño que este momento sea, estoy intrigada por las posibilidades de lo que esto podría significar. ¡Justin Bieber sosteniendo mi flequillo mientras yo memorizaba las filas de su barbilla chuleta en mi lista de cosas que me habían sorprendido demasiado!
Realmente no tengo esa lista. Pero cuando llegue a casa, voy a hacer una. No tengo ningún deseo de arañar sus ojos, o llorar o bueno de hacer algo que mi terapeuta dijo que podría hacer.
La única necesidad a la que me estoy resistiendo en este momento es la de mirar fijamente a sus labios y eso está más allá de extraño. Me obligo a mirarlo a los ojos de nuevo, decidida a probar esta sensación–o falta de sensación–un poco más.
Cuando nada pasa después de otro largo examen de sus preciosos ojos sin contar el aumento de mi ritmo cardiaco y la mirada de medio pánico cruzando su cara (¿y quién puede culparlo por eso? Estoy actuando como un bicho raro con todas esas miradas), tengo que sofocar una sonrisa y torcer mi expresión en lo que espero que me traiga de vuelta a mi máscara molesta sólida como una roca.
Deja caer mi flequillo y se sienta de vuelta en sus talones.
— ¿Disculpas aceptadas?
—Mmmh. —Y un pequeño asentimiento es todo lo que puedo manejar porque no quiero dejar saber que estoy llena de emoción. Estoy mucho más curada de lo que pensaba. Eso, o Justin y yo éramos de alguna manera las personificaciones humanas de las fuerzas positivas y negativas.
¡Como si somos Ying y Yang, o aceite y vinagre! Tal vez nos cancelamos el uno al otro por defecto. Es bastante obvio que él no reacciona a mí como debería. Y, sin contar la sensación de mariposas que parece bastante fácil de ocultar, yo no reacciono a él de una forma loca en absoluto. ¡Cómete eso, Doctor Brodie, y hola progreso!
Señalo a su mochila para quitar su atención de mí y volverla a la entrevista.
—Enséñame que productos has traído para impresionar al Señor Foley. Tú has visto los míos. Es lo justo.
Él toma el bolso en su regazo y lo aferra firmemente mientras se levanta y se dirige de nuevo al escritorio de la recepcionista.
—No es mi culpa que se te cayeran tus cosas. No puedo—no quiero—enseñarte lo que hay en esta bolsa. Lo siento.
— Siempre lo sientes, ¿verdad? Lo siento. Lo siento. Lo siento— bromeo, reuniéndome con su mirada.
Lo que sea que haya dicho ha hecho que la cara de Justin se volviera de color rojo brillante. Rápidamente se da la vuelta.
Esto es una cosa buena porque después de todo este proceso concentrado, estoy siendo golpeada por una mayor ola de mareo. Entierro mis manos en el sofá para mantenerme estable tratar de evaluar si la sensación sigue siendo la cosa mariposa o si está viniendo directamente de mí, yo misma y mi yo en mal estado.
Sólo me toma un segundo darme cuenta de que es lo último. Me he vuelto tan mareada, que me siento como si me fuera a desmayar. Los Red Bulls se han desvanecido y va a pasar un rato antes de que pueda tomar una siesta. El agotamiento y la niebla que viene con él se instala, añadiéndose a mi aturdimiento.
Justin Bieber como mi oponente es reemplazado por la necesidad de ganar contra un villano mayor: el ansia infinita de mi cuerpo de dormir. Un bajo golpeteo crece dentro de mi cabeza. Genial. Colapsar con una audiencia nunca es bueno.
—Te ves un poco pálida. —Él suena muy lejos como si estuviera hablando a través del agua.
—Un pequeño dolor de cabeza, gracias a ti y el bulto— bromeo, frotándome las sienes y tratando de respirar profundamente. No quiero que se dé cuenta de que estoy en un punto débil así que me esfuerzo para que la conversación siga—Tienes razón, sin embargo…no esculpa tuya que se me cayeran mis cosas…es mía. Sólo culpa mía.
Lo oigo caminando al otro lado de la habitación. Exploro el techo, encontrar el ventilador de aire acondicionado y ponerme a toda prisa debajo antes de que pueda regresar. El aire frío siempre ayuda. Después de unos momentos me estoy congelando, pero puedo procesar de nuevo. Pellizco mis costados tan duro como puedo, una táctica que funcionará durante un rato.
Por desgracia, incluso bajo una ráfaga helada, los sofás tienen una manera de llegar a ser demasiado cómodos cuando me siento así. El demonio del sueño quiere un depósito. No hay manera de que pueda vencerlo por más tiempo. Cierro mis ojos y rezo porque pueda pensaren un plan.

Rezo más fuerte para que el Señor Foley se dé prisa.
----------------------------------------------------------------------------
Bueno aquí está el capítulo. Espero de corazón que les halla gustado, por favor comenten que tal el capítulo, ya que su opinión es muy importante ya que empecé hace poco la novela.. Por favor comenten, se que son pocas las que leen la novela pero encerio por favor si les gusta diganle a sus amiga(o)s sobre ella para que crezaca sería de mucha ayuda.

2 comentarios:

  1. hola:) me encanto tu nove, la amo mucho, quería saber si podrías leer mi novela?? igual es nueva asi que estamos iguales con querer más lectores<3 besos byeeeeee

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias de encerio :).. jaja sii.. podrias poner el link para poder leer la tuya?.. besos <3

      Eliminar